domingo, 22 de abril de 2012

Sobre el retrato y cómo llegue a taparlo.

El retrato es la práctica artística con la que consigo expresarme con mayor libertad y comodidad.
Desde ya hace años he trabajado el retrato, tanto en dibujo como en el ámbito pictórico. Me gusta coleccionar fotografías de carnet, disparo con la cámara de fotos a conocidos y desconocidos que me encuentro en la calle, busco imágenes en internet, cualquier cara que me llame la atención me sugiere dibujarla. Los cuerpos no los prestaba tanta importancia, me interesan las cabezas.
El rostro de la virgen que forma la pintura de "La sagrada familia" del Greco captó mi atención desde pequeño, veía los desnudos y los retratos de Lucian Freud, su pincelada, el empaste que realizaba, una pincelada que me influyó en la forma de trabajar y en la comprensión de los volúmenes, y creo que al igual que yo, en parte veía el cuerpo como tal, lo veía como carne (diciéndolo en palabra mal sonante, refiriéndome en un sentido para nada despectivo). El cuerpo está formado por carne, la carne me remite al cuerpo

Los dibujos de Egon Schiele me recordaron a las figuras humanas que conocí en las pinturas del Greco, largas siluetas que se retuercen, mostrando a los cuerpos con una sexualidad que me dejo marcado para la temática que más adelante representare tantas veces, un desnudo con un toque de sensualidad.
Este es otro caso de tratamiento de la figura que me remite a la carne, el color, la pincelada. Me recuerda a cuando cocino y veo cómo se va friendo la carne, me encantan los tonos que van surgiendo, intento en algunos retratos mostrarlo en los colores, todos estos referentes han forjado un gusto pictórico que tengo en referente, pudiendo hacer una curiosa asociación que sería: retrato-gente-carne-sexualidad, mostrando así lo que podría ser un pequeño resumen de lo que he estado buscando en mis retratos, en mi obsesión por pintar retratos.
Encontraba en los colores de la carne y de la comida similitudes en la pincelada y en el retrato, y en la carne y en la comida la sexualidad, como mostró un fotógrafo que siempre me ha atraído, Nobuyosi Araki en su libro The Banquet.
Las connotaciones de la carne pueden llegar desde la sensualidad hasta lo grotesco.
Lo grotesco me viene a la mente como la idea de “arrancar la carne”, hacer que por medio de la pincelada se salga del volumen que forma el cuerpo. Las pinturas de Jenny Saville me remiten a este concepto.
Sus pinturas causan un efecto de monstruosidad al ser mostradas en gran formato.
Me remiten en parte al trabajo de Lucian Freud, en ambas veo que tratan los cuerpos tal y como son y no buscan para nada la idealización.
En todas estas referencias veía caras que me miraban, me animaban a trabajar por esa línea.
Me paso el tiempo constantemente buscando imágenes para más adelante representar al óleo.
Toda esta forma de trabajo no me satura en lo más mínimo, trabajo cómodo y motivado algo que considero fundamental para realizar el trabajo artístico.
Al toparme con la imagen que me hizo empezar a plantearme este proyecto me asaltaron múltiples preguntas.
Me cuestioné si podría realizar este trabajo en el que técnicamente me limito a "tapar" los rostros, que es la parte que siempre me ha resultado interesante a la hora de trabajar.
La verdad, continuo realizando el mismo proceso de trabajo en el proyecto que cuando dibujo o pinto otro retrato, al final sigue siendo un retrato, solo que se han transformado las facciones en un mosaico que distorsiona la información.

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